jueves, 14 de noviembre de 2013

Libertad de Charles Bukowski


él tomo vino toda la noche, aquel
28, y seguía pensando en ella:
la manera en que caminaba y hablaba y amaba
la manera en que le dijo cosas que parecían verdad
pero no lo eran, y él conocía el color de cada uno
de sus vestidos
y sus zapatos - él conocía la parada y la curva de
cada taco
tan bien como la pierna a la que le daban forma.

y ella había salido otra vez cuando él llegó a casa, y
volvería con ese especial hedor, otra vez
y así fue
ella llegó a las 3 de la mañana
inmunda como un cerdo comemierda
y él agarró el cuchillo de carnicero
y ella gritó
retrocediendo contra la pared de la pensión
todavía bella, de algún modo
a pesar de que el amor se esfumaba
y él terminó el vaso de vino
ese vestido amarillo
su favorito
y ella grito de nuevo.

él agarró el cuchillo
y se desabrochó el cinto
se arrancó la ropa delante de ella
y se cortó las bolas.

y las llevó a sus manos
como nueces
las dejó caer en el inodoro
y tiró la cadena
y ella seguía gritando
mientras la habitación se ponía roja
¡DIOS,OH,DIOS!
¿QUE HICISTE?
y él se sentó ahí sosteniendo 3 toallas
entre sus piernas
no importándole ya si ella se iba o
se quedaba
si se vestía de amarillo o de verde ni
ninguna otra cosa
y mientras con una mano sostenía las toallas
levantó la otra
y se sirvió otro vino.

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